APPLE

RELATO DE UNA EXPERIENCIA…

Hasta hace un par de años no me imaginaba lo que era el mundo APPLE. Siempre vi sus dispositivos como algo elitista debido a los altos costos que debían asumirse para adquirir cualquiera de sus productos y aun sigo creyéndolo. Sin embargo, me dejé tentar por su nombre y por las supuestas prestaciones de sus referencias, y así fue como decidí adquirir mi primer Ipad mini, el primero que produjeron los de cupertino. Lo que más me impresionó – y creo que fue decisivo para inclinarme a comprarlo – fue su diseño. Esta tableta, gris espacial, me sedujo completamente. Con una superficie lisa y suave al tacto y los colores de su pantalla, que aún no era retina, fueron suficientes motivos para pagar los cerca de seiscientos mil pesos colombianos que tuve que sacar para hacerme a ella. Sin duda, una de las más costosas del mercado. En ese momento, mi conocimiento sobre los dispositivos i (phone, mac, macbook pro, pad) estaban mas soportados en prejuicios que en verdades comprobadas desde la experiencia. Como nota al margen, ni siquiera sabía que existía algo que se denominaba IOS.

El mito más terrible que circulaba en aquella época (2012) y que aun se escucha en las calles, tenía que ver con la imposibilidad de «piratear» cualquier aplicación de APPLE o del entorno APPLE, lo que significaba, palabras más palabras menos, que si alguno quería tener un dispositivo funcional, debía desembolsar otra significativa suma de dinero para hacerse de las aplicaciones PRO del Appstore, empezando por las diseñadas por APPLE (pages, numbers, keynote, imovie, garageband), que costaban alrededor de 25 mil pesos cada una (9,99 US). Quien sea un asiduo seguidor de la manzana sabrá que para ese entonces, estas aplicaciones no estaban incluidas por defecto. En fin, este prejuicio vendía la idea de que los ecosistemas IOS – OS, eran verdaderas cajas de seguridad en las cuales nada podía alterarse.

Para contextualizar un poco la idea anterior, permítanme una anécdota: creo que una de las cosas más curiosas que suele sucederle a quien decide saltar de Windows a OS o de Android a IOS, es que desea que nada cambie. Estamos tan habituados a la familiaridad de esos entornos que nos cuesta una enormidad adaptarnos rápidamente a lo nuevo. Afortunadamente para mi, no sentía una especial predilección o afinidad hacia Windows y hasta ese momento mi contacto con otras tabletas había sido mínimo, por lo tanto me entregué sin mayores problemas a todo lo que IOS podía ofrecerme. ¿Por qué traigo a colación esta idea? Porque lo primero que hice al comprar el Ipad mini fue pedirle al vendedor que me descargara alguna versión similar de office, ya que en últimas, lo que más nos ata a Windows es la calidad de sus herramientas ofimáticas. El vendedor muy amablemente se ofreció a instalarme las aplicaciones necesarias para que esta primera incursión en IOS no fuera traumática. Afortunadamente para mi, luego de dos horas de dar vueltas por el comercio mientras el vendedor hacía lo suyo en mi nuevo dispositivo, este tuvo que admitir que no había podido instalarme las aplicaciones que yo había solicitado. Debo decirlo: por un momento estuve tentado a devolver el Ipad porque creía que sin eso, su utilidad no pasaba de ser un dispositivo de juegos, y mis prejuicios se volvían realidad.

Dije afortunadamente para mi porque eso me obligó a internarme un poco más en los vericuetos del nuevo sistema operativo. Me suscribí a cualquier cantidad de páginas que ofrecían aplicaciones de pago gratis por tiempo limitado, descargaba todas las aplicaciones que podía y luego de revisarlas y si no les encontraba un uso práctico para mi día a día, las eliminaba debido a que no podía darme el lujo de copar mi enormemente limitada capacidad de almacenamiento, apenas 16 gb. Busqué tutoriales por Youtube que enseñan a descargar apps de pago gratuitas descargando otras apps y acumulando puntos, encontré aplicaciones que desde una página china permitía descargar gratuitamente las apps de pago, aunque no duraban mucho porque a los días eran bloqueadas. En fin, me dediqué con ganas a apropiarme de IOS y todo lo que lo rodea. Lo único que no hice, más por miedo a perder la garantía del dispositivo que por capacidad, fue a hacer el jailbreak. Más adelante, con más confianza y un mayor conocimiento, realicé este procedimiento y la verdad, no le encontré mayores bondades, imagino que no supe como desenvolverme adecuadamente en este sub-ecosistema – si es que puede llamársele así-.

Lo cierto es que ese Ipad mini fue mi clave de acceso al entorno APPLE; desde entonces he seguido fiel a esa comunidad que con sus altas y bajas, sigue siendo para mi lo mejor del mercado. Ahora tengo un Macbook Pro, un Ipad Air 2, un Ipad mini 2 y un Iphone 7 plus jet black. Realmente, no extraño Windows y no extraño Android, respeto a quienes consideran que estos entornos son mejores a los creados por APPLE, sus razones tendrán para afirmarlo; pero en mi caso, la atmósfera generada en IOS y ahora en MACOS, brindan una experiencia superior en cualquier tipo de actividad. Y es esto último lo que me lleva a decidirme abiertamente por APPLE y sus máquinas, porque no solo es que efectivamente genere más posibilidades de efectuar diversas labores sino que además, vuelve más grato todo lo que hacemos. Los colores, las fuentes, la belleza de cada uno de sus equipos cumplen un papel central en la satisfacción del consumidor. Estos elementos no son tan marcados en otros entornos digitales.

Creo que por eso estoy acá, iniciando este blog. No se si tenga la energía, la disposición o el tiempo necesario para continuar con esta idea de hablar de APPLE, solo sé que debía iniciar por este lado, quizás quedan muchas cosas para contar, pero aquí está la esencia, el porqué de mi afinidad por esta marca que seguramente tendrá muchas cosas para reprocharle, como las condiciones laborales que describen muchos de los trabajadores de las fábricas chinas, pero también constituye una fuerza transformadora dentro de lo que hace y, este hecho en sí mismo, la ubica a la vanguardia de los procesos creativos de la humanidad – vuelvo y repito, dentro de lo que hace.

El editor

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